Por: ORLANDO JORGE MERA
El pasado 24 de junio se cumplieron 33 años de la inauguración de los XV Juegos Centroamericanos y del Caribe que se celebraron en la ciudad de Santiago. Durante doce días, más de 2,900 atletas de 26 naciones exhibieron lo mejor de sus potencialidades en un evento que se constituyó en el antes y el después del desarrollo del olimpismo en República Dominicana. Por supuesto, doce años antes, en 1974, Santo Domingo se abrió al mundo con los XII Juegos. Ambos eventos marcaron el deporte nacional.
Desafortunadamente, muy pocos recordaron el 33 aniversario de Santiago 86. La ausencia de institucionalidad en el país, sobre todo en el ámbito de la continuidad del Estado, desnuda las miserias generadas por las luchas políticas. Una evidencia de que todavía nos falta un largo camino por recorrer en la recuperación de la memoria histórica.
La celebración de los juegos Santiago 86 fue el resultado de la combinación de diversos factores, entre ellos el sueño de un grupo de ciudadanos prestantes de Santiago, vinculados al deporte, liderados por Hans Hieronimus, unido a su siempre dinámico sector empresarial que entendió que era una importante oportunidad para colocar a Santiago en el epicentro del desarrollo económico y, por supuesto, el apoyo y la voluntad política de quien ejercía la presidencia de la República, en este caso, mi padre, Salvador Jorge Blanco, santiaguero por demás.
Esa combinación fue perfectamente comprendida y entendida por la dirección del Comité Olímpico Dominicano, y por su máximo representante de la época, Dr. José Joaquín Puello, que se unió a todo ese movimiento, que obligó a desplegar todos los esfuerzos diplomáticos para lograr ese triunfo. Justo es decir que, ya para las Olimpíadas de Los Angeles de 1984, el apoyo del Gobierno al COD era sólido. Incluso, la actual sede del COD fue el resultado de una decisión de mi padre que materializó su donación a nombre del Estado dominicano.
Para la época de los XV Juegos, el Complejo Deportivo La Barranquita era espectacular, así como la Villa Olímpica, conocida hoy como Invivienda Santiago. Igualmente la piscina olímpica construida en la sede de la PUCMM. Solo la mezquindad política contribuyó a que La Barranquita, 33 años después, no sea lo que siempre se soñó. Una tercera etapa del proyecto de Invivienda en Santiago está totalmente abandonada. Y es la misma situación que viven una serie de obras deportivas que están dispersas en todo el país, en estado de abandono. Solo por que fueron construidas por gobiernos de otros partidos. El revanchismo político no tiene límites. Por ello, se reclama otra forma de hacer política.
Tengo recuerdos inolvidables de Santiago 86. Apenas tenía 18 años de edad, pero ví todo el apoyo que mi padre dio para que los juegos fuesen una realidad, contra viento y marea. Y Santiago montó los juegos y durante esos doce días, todo el país los disfrutó, así como las 70 medallas obtenidas por República Dominicana, lo que, hasta ese momento, nunca había ocurrido.
Santiago 86 tuvo héroes que gracias a su trabajo y dedicación se pudieron materializar estos juegos. Imposible citarlos a todos, pero me permito mencionar a Hans Hieronimus, José Joaquín Puello, Luis Scheker Ortiz, Manuel Antonio Cuervo Gómez, Julián Ramia, Roque Napoleón Muñoz, José Manuel Ramos, José Rodríguez Conde, Carlos Alberto Bermúdez, monseñor Agripino Núnez Collado, Poppy Bermúdez, Luis Midence, Manuel Cabral, Héctor Lachapelle Díaz, Marcos Jiménez, Rafael Duquela y Danilo Aquino. Y con ellos, a toda una nueva generación que, en esa época, ocupaban funciones importantes en las diferentes direcciones de la organización Santiago 86, y que hoy día tienen posiciones claves dentro del empresariado nacional.
Los XV juegos fueron clausurados el 5 de julio de 1986. Pasarían 17 años y que estuviera en el Gobierno un presidente de la misma formación política de mi padre, como lo fue Hipólito Mejía, para que se celebraran con todo su esplendor los Juegos Panamericanos Santo Domingo 2003. Oportuno es recordar el lema de la bandera del presidente de la República Checa: “Veritas vincit”. Al final, realmente la verdad vence.
Documento original Modificado para fecha actual
Fuente: hoy.com.do
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